Nuestro Mario tiene un pasado muy duro a sus espaldas que le ha condicionado estrechamente su carácter actual. Mario pasó sus primeros años encerrado en un patio, en donde sus dueños apenas le proporcionaban comida y agua. Recibió muy pocos gestos de cariño. Los únicos que se preocupaban eran los vecinos, que cuando veían que pasaban los días y los dueños no le ponían la comida, eran ellos los que desde pisos superiores le hacían llegar algo de comer. Hasta que un día sus dueños fueron desahuciados, y Mario, se quedó esperando en el patio a que volvieran… 
Por suerte los vecinos nos dieron el aviso y unas voluntarias fueron a por él. Cuando llegó al refugio, Mario estaba aterrorizado, no podíamos ni tocarlo, estaba en shock, sólo él sabe todo lo que sufrió y el poco calor humano que recibió en sus primeros años de vida.  

Ahora Mario es un perro nuevo, sociable con la gente (sobre todo con quien considera ya como su familia) pero reservado aún con otros perros. Su pasado ha hecho que Mario sea un perro especial. 
Cuando sale de paseo con los voluntarios, se pone nervioso con los olores y se puede notar que han sido muy pocas las veces que nuestro Mario disfrutó de un paseo al aire libre. En este tiempo ha mejorado y ya no tira tanto, aunque aún le queda mucho por aprender. 

Mario necesita una familia que lo quiera como él se merece. Él quiere amar a los humanos (con algunos de nuestros voluntarios es puro amor y gratitud) pero necesita personas que le ayuden a recuperar la confianza, por eso le buscamos una familia con experiencia y paciencia que tengan tiempo para dedicarle.